martes, 16 de septiembre de 2008

La duda que no caduca

Yo tenía miedo, y casi por casualidad entré.
Solo tenía un sobre en la mano,no sabía si estarías, pero la curiosidad fue mayor.
Pensaba mil cosas a la vez, las manos se me congelaron, el pecho se apretó.
Entré y te busqué entre las cajas, me hice la interesada en una que otra, pero no vi ninguna en realidad.
Te esperé un tiempo que se me hizo eterno,inventaba excusas que terminaron agotándose y sin más me marché de aquel lugar.
Tenía más cosas que hacer, caminé por lugares apocalípticos, buscaba un teléfono público; es que necesitaba contártelo, pues eres de los pocos que sabe realmente como es esto. Te llamé, te lo dije y me quebré.
Quise un cigarro desesperadamente, el cual no tuve en valor de encender.
Y así transcurre esto, pienso en los beneficios de la ignorancia.
No soy más valiente que el resto de los mortales.


Simetría onírica
quebrada en su fusión
monopolizada por su división.

Espero no sea el fin